Balean a médico y enfermera en la Sierra Tarahumara
Una enfermera fue ejecutada y un médico resultó herido ayer, en un ataque de un grupo armado entre los poblados de Cuesta Blanca y Gosogachi en el municipio de Uruachi.Las víctimas iban a atender a unos lesionados en una ambulancia, cuando desde los cerros les dispararon.
La enfermera, María Trinidad Muñoz Herrera, recibió un balazo en el cuello y el médico en el brazo, dio a conocer Arturo Sandoval, portavoz de la Fiscalía General del Estado. Ella era familiar del recaudador de rentas de Uruachi.
De acuerdo con un habitante de uno de los poblados cercanos, “el relajo fue adelantito, hubo una balacera y dijeron que hubo varios muertos”.
Sin embargo, la fiscalía aún no tiene detalles de los lesionados que iban a atender el médico y la enfermera que viajaban provenientes de la cabecera municipal.
El crimen sumó al miedo a los habitantes del municipio de la Sierra Tarahumara, que colinda con Sonora, porque integrantes de dos grupos delictivos rondan la zona desde hace meses y “han hecho muchos destrozos pero no se conocen todos”.
Hace un mes, un matrimonio fue ejecutado, una niña de cinco años y su mamá resultaron lesionadas de bala y sobrevivieron una bebé de dos meses y un niño de siete, hijos de la pareja victimada.
Los hechos ocurrieron cuando entraban en una camioneta GMC Sierra Denali modelo 2006, a la comunidad de Gosogachi.
La niña fue dada de alta a los dos días y su mamá Sesai Márquez de 24 años, estuvo alrededor de tres semanas hospitalizada y fue dada de alta luego de que la operaron.
Ambas fueron trasladadas luego de más de tres horas de espera en la aeropista de Gosogachi,en ambulancia al poblado de Tomochi y de ahí las llevaron en un helicóptero de la Secretaría de Salud estatal, hacia un nosocomio de la ciudad de Chihuahua.
Sesai Márquez logró llamar a sus familiares para pedirles que pidieran una ambulancia porque estaban heridos. La otra mujer, Mireya Maers de 35 años, falleció de inmediato al lado de su bebé y momentos después, perdió la vida su esposo, Marcial Márquez Montes.
En julio del año pasado, asesinaron a la maestra Emilia Villa Contreras de 63 años, a su esposo Raymundo Anguiano y a su hija Concepción Anguiano Villa de 20, quien también era maestra.
Los tres fueron ejecutados por un grupo armado la noche del 24 de juilo en la comunidad de El Nopal y los abandonaron dentro de una pick up marca Chevrrolet color blanco.
Emilia Villa era maestra del poblado El Santísimo y su hija de Cuesta Blanca, pero una maestra más se fue del poblado de Las Trojas, por miedo a que le sucediera algo. Los tres pueblos están cerca uno de otros y ellas eran originarias del municipio de Chínipas.
“A la maestra (Emilia) la mataron porque no le quiso dar una boleta a un hijo de uno de ellos (delincuentes), los vieron en el carro y nada más por eso mataron a los tres”, refiere una persona que vive en esa región.
Entrevistados aparte, pobladores de diferentes ranchos de Uruachi aseguran que lo único que clama a los grupos son los militares que llegan de fuera de la entidad, “ya hace mucho que no hay remedio de esos, porque los batallones de Cuauhtémoc y Parral protegen a uno o a otro, a la Policía Estatal la mandan pero no hacen nada, nada más dan vueltas”.
Dieron a conocer que después del último crimen que salió a la luz pública el año pasado, uno de los grupos se fue a La Mesa de Sereachi y mató a una señora que iba con una familia en un vehículo, pero la Policía Ministerial se fue a escondidas del rancho para llevar el cuerpo a Cuauhtémoc.
“Luego dijeron que les cayó bronca entre ellos porque era familiar de uno de los grupos. Días después quemaron casas en El Santísimo y después se encontraron entre ellos, con los que se la pasan allá en el monte”.
Los mismos habitantes están enterados de que el grupo del cártel de Sinaloa está dividido y se enfrentan entre ellos, pero a su vez, están un grupo de La Línea que ha tensado más la situación de familias completas.
Desde 2011, poblados enteros de Uruachi han sido quemados por sicarios, los habitantes han tenido que huir para salvar su vida, algunos se han desplazado a otras ciudades y quienes permanecen, deben huir al monte mientras se van los delincuentes.
Fuente: Proceso
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