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Lo 'levantan', torturan y encarcelan porque 'se parecía' a secuestrador; le dicen 'usted disculpe'

Acompañado de su esposa embarazada, su hija, sus padres y hermanos, Ismael Marín Medina terminó de orar para agradecer a Dios “salvarle la vida”. A 24 horas de su excarcelación, el hombre acusado por la Fiscalía General del Estado (FGE) como probable secuestrador, dijo que obtuvo un “usted disculpe” de los agentes del Ministerio Público que cometieron el error de acusarlo ante un juez de Garantía.




“Me ofrecieron disculpas, se me acercó el Ministerio Público que me acusó y me pidió que lo disculpara. Me dijo que no sabía quién era hasta que mi papa habló con ellos y yo digo que si Jesús perdonó, yo también tengo que perdonarlos”, dice convencido el obrero de maquiladora y devoto cristiano.

En audiencia, los agentes del Ministerio Público, Cristóbal Aldama y Juan de Dios Ramírez Sáenz, declinaron acusar a Ismael Marín Medina y justificaron que la equivocación de la Fiscalía fue porque el padre de familia “tiene un parecido físico con un criminal que cuenta con antecedentes penales y ‘se confundieron’”.

Incluso la víctima del plagio firmó de puño y letra que el joven padre de familia no había participado en los hechos que la FGE hizo públicos el 29 de enero, al exhibirlo ante los medios como supuesto secuestrador.

Pese al error cometido, que pudo costarle a Marín Medina una penalidad superior a los 60 años de cárcel, ambos agentes laboran en forma normal y se mantienen al frente de la investigación contenida en la causa penal 134/15, confirmó ayer personal de la Fiscalía.

A un lado de su padre, Ismael narra que el día de su arresto salió temprano de la maquila donde labora como obrero de producción porque iba a llevar a su hija al doctor.

Él fue interceptado por elementos de la policía ministerial investigadora y recuerda que varios oficiales le pidieron que los acompañara porque que le iban a hacer unas preguntas y luego lo regresarían a su casa.

“Me dijeron ‘voltéate con los ojos cerrados y me llevaron a no sé dónde, ahí me ponían una bolsa de plástico color negro en la cabeza y me pegaban en la panza y las costillas para que les dijera todo lo que yo sabía y yo les decía que no sabía de qué me hablaban”, recuerda.

Los actos de tortura modificaban por intervalos. A veces lo asfixiaban, a veces le pegaban.

“Me dijeron que a las seis de la mañana me iban a matar, que me iban a colgar. Hubo un momento en que mi cuerpo ya estaba listo para morirse cuando me estaban torturando. Al final, cuando me estaban pegando bien fuerte, yo le pedí a Dios que me salvara de esos golpes”, dice.

Luego de guardar un breve silencio, Ismael dice que nunca perdió la fe en Dios. Los agentes retiraron la acusación en su contra y luego de pedirle disculpas él obtuvo su libertad.

Con información de El Diario de Juárez

Anon Hispano

Colectivo ciudadano de información y análisis. Google

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